La vacuna contra el coronavirus fabricada por los laboratorios Pfizer y BioNTech es menos efectiva para prevenir el contagio en los niños de cinco a 11 años que en los adolescentes y adultos, según los nuevos datos recolectados por las autoridades sanitarias del estado de Nueva York y que fueron dados a conocer por el diario The New York Times.
En concreto, Pfizer sigue siendo efectiva para impedir el desarrollo de cuadros graves de la enfermedad, pero en los pequeños su protección es casi nula contra el contagio, sugieren estos hallazgos que fueron recolectados durante la ola de la variante ómicron pero que ya venían anunciándose desde que comenzaron los ensayos en este grupo. No obstante, los médicos siguen recomendando la vacunación en los niños. "Es la única salida para terminar con esto", dice el doctor Guido Torre Busquets.
- ¿Estos datos decepcionantes puede deberse a que se trata de una vacuna desarrollada para una variante anterior?
- Eso teoría es relativa. Por otra parte, no creo que corresponda hablar de una decepción. Hoy, la tecnología permite adaptar las vacunas a cada una de las variantes que aparecen. Además, el sistema inmune es bastante más amplio de lo que uno supone. Existe la inmunidad celular, que tiene memoria y que puede otorgar inmunidad cruzada ante otras cepas.
- ¿Le preocupa que la noticia termine de disuadir a los padres que ya dudaban de vacunar a sus hijos?
- Es nuestro trabajo despolitizar la vacuna y unir las posturas. Hay que convencer a los padres de que es una vía segura; explicarles bien.
El pobre desempeño de la vacuna puede deberse a que la dosis pediátrica contiene apenas un tercio de la dosis que reciben los adolescentes y adultos, barajan los investigadores. Por ello, en las últimas semanas han estado probando una tercera dosis en este colectivo, luego de que los resultados al aplicar dos inyecciones no fueron completamente satisfactorios en cuanto a la inmunización. "Aún así, se ha constatado que las dos dosis disminuyen la circulación viral", aclara Torres Busquets.
La tercera dosis se aplicaría al cabo de los dos meses de la segunda, de acuerdo a la documentación disponible -prosigue el pediatra-. "Las vacunas son unas de las herramientas más interesantes en el control de las enfermedades infecciosas. Excepto por la potabilización del agua, constituyen el descubrimiento más importante de la medicina. Los niños tienen derecho a estar protegidos", reflexiona.
- ¿Cómo se realizan las pruebas en menores?
- Los ensayos son iguales a los que se efectúan con los adultos. A los voluntarios se les inyectan placebos y vacunas reales, sin que ellos ni los operadores sepan quiénes reciben tal o cual cosa. Después se hacen análisis y se miden los resultados.
- ¿Sigue recomendando el uso de la vacuna en los niños?
- Sí. Se debe vacunar a los niños. Eso garantiza la presencialidad en las escuelas, evita las formas graves de la enfermedad y disminuye las mutaciones.
"Todas las vacunas contienen ciertos elementos que causan una explosión de inmunidad. Esos componentes pueden ser más o menos fuertes. El producto que usa Pfizer es potente y por ello el cuerpo genera más inmunidad. Pero la fiebre provocada por las vacunas no nos causa preocupación". Gabriela Salomón.
De acuerdo a los ensayos en Estados Unidos, citados por The New York Times, la efectividad de la vacuna contra la hospitalización en los niños de cinco a 11 años alcanza un 48 %. Con respecto al contagio, ese número se reduce drásticamente: apenas alcanza un 12 %. Se sabe que los chicos de más de 12 años reciben 30 microgramos (la misma dosis que se les coloca a los adultos). Los niños de 11 años y menos, en cambio, reciben 10 microgramos. Estos datos coinciden con un informe de Gran Bretaña que muestra que la efectividad de Pfizer cae al cabo de dos meses en este sector de la población. Investigadores de Israel también están evaluando cómo se comporta el fármaco entre los más chicos. No es casual que los expertos ajusten la dosificación y el intervalo de las vacunas pediátricas a medida que disponen de más evidencia. Pero en este caso, ¿aumentar la dosis de los niños para estimular la respuesta inmunológica sería una opción? ¿O puede causar fiebre demasiado elevada? La doctora Gabriela Salomón explica que todas las vacunas contienen ciertos elementos que causan una explosión de inmunidad. Esos componentes pueden ser más o menos fuertes. "El producto que usa Pfizer es potente y por ello el cuerpo genera más inmunidad. Pero la fiebre provocada por las vacunas no nos causa preocupación. Si hicimos fiebre después de vacunarnos, es porque nuestro cuerpo ha generado un proceso de inmunidad. La vacuna Bexsero, contra la meningitis B, no está en el calendario, causa fiebre de hasta 40° y aún así seguimos indicándola", ejemplifica.
La médica pediatra trata de desterrar los temores argumentando incluso que todo ha sido estudiado e investigado para que determinado producto, a determinada dosis, despierte al sistema inmune.
- Muchas mamás y papás prefieren no vacunar a sus hijos hasta que transcurra más tiempo de investigación, puesto que a ellos la enfermedad los afecta poco.
- Si bien la frecuencia de enfermedad grave es menor en niños que en adultos, no significa que no haya casos graves. Además, los niños pueden ser afectados específicamente por el síndrome inflamatorio multisístemico post covid, el cual puede ser mortal sino se administra la medicación adecuada. Hemos visto muchos casos en las terapias de este síndrome, especialmente entre los niños no vacunados. La tercera razón es que, aunque las vacunas no impiden del todo la transmisión, sí la disminuyen. Por lo tanto, vacunarlos a ellos es una forma de disminuir los contagios.
Finalmente y llegado este punto, surge la pregunta sobre cuán cierto es que los niños vacunados exhalan menos virus y contagian menos que los no vacunados. La pediatra Constanza Ortiz contesta, con simpleza, que el propósito de la vacuna es que la infección sea menos grave. En consecuencia, los vacunados tienen menor riesgo de contraer formas severas de la enfermedad y por lo tanto menos riesgo de ser hospitalizados. "Incluso, presentan pocas probabilidades de presentar complicaciones a largo plazo", concluye.
Las recomendaciones oficiales para la vacunación escolar detallan que entre los tres y los 11 años se podrá utilizar Sinopharm y, entre los cinco y 11 años, también la versión pediátrica de Pfizer. Pero con una aclaración: serán solo esquemas homólogos. Eso significa que se pueden intercambiar las marcas.